Un ejecutivo exitoso y jefe de departamento se entera que la casa editorial donde trabaja fue comprada por un competidor grande. También descubre que van a introducir un nuevo concepto de liderazgo: de ahora en adelante habrá gerencia “en pareja”. Él compartirá la responsabilidad de su departamento con otro ejecutivo de la nueva casa editorial. Incluso tendrá que compartir una oficina. Al entrar en la oficina en su primer día, el nuevo entusiasta miembro del equipo le dice: “Vale, comencemos con arreglar las cosas aquí, de verdad.”
El ejecutivo decide no incomodarse por el estilo de su nuevo compañero de trabajo, pero esto no funciona. “Para ser honesto, tengo que admitir que reviento de la rabia cada vez que me siento en mi escritorio”, dice, después de haber estado trabajando con su colega por tres meses. Siente que su potencial de logro ahora está limitado, “especialmente cuando nos presentamos juntos, me siento tenso y apagado”. Al cliente no se le ocurre un método para superar su constante rabia. “Esta rabia disminuye mi poder de persuasión y mi carisma. Aparecer juntos se convierte en una farsa”. La intervención en este caso se realiza usando ejemplos de la vida real tales como tener que trabajar en equipo o pronunciar un discurso juntos. Cuando está pensando en su compañero de trabajo, el cliente siente la rabia como tensión en sus brazos. Después de una sesión de aleteos de 10 minutos, de repente se ríe a carcajadas. “Speedy González - el ratón más veloz de todo México,” exclamó. La tensión desaparece y el test de reacción muscular sale fuerte. “Ahora siempre me sonrío a mí mismo cuando trabajo con él. Lo más importante es que recuperé mi sentido del humor,” reporta el cliente. “Lo que hice fue algo realmente obvio: dejé a un lado lo de sentirme herido y ofendido y le di feedback de una manera amistosa. Y salió muy bien. “Speedy” no tenía ninguna idea de la impresión que yo tenía de él y encontramos una manera de aceptarnos el uno al otro”.
Este ejemplo de coaching demuestra que cuando se trabaja con wingwave, el coach prácticamente no hace ninguna sugerencia al cliente sobre cómo cambiar su comportamiento o modo de pensar. Decirle al cliente, “¿por qué no hablas con tu compañero de trabajo?”, no llevará a resultados positivos mientras el cliente todavía se sienta enfadado. Es el re-establecimiento del acceso a las fuentes internas de fortaleza lo que inspira al cliente para que se le ocurran las soluciones y las ideas que pueden ser inusuales u obvias.